La Escuelita Bombera de Corazón: Un retrato urbano desde los primeros puertorriqueños en Chicago hasta el 2025

Bryan Cruz López

11/18/202517 min read

Notas preliminares del autor

Este artículo se centra en la Escuelita Bombera de Corazón en Chicago. Para situarla en una línea de tiempo y comprenderla dentro de su entorno, se ofrece un resumen de su contexto histórico. No obstante, dicho contexto cumple una función de apoyo y no constituye el objeto principal de estudio. Por ello, si el lector desea profundizar en algunos de los acontecimientos mencionados, se le invita a consultar fuentes adicionales, ya que aquí solo se presentan los elementos necesarios para sostener la narrativa enfocada en La Escuelita.

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Fuentes consultadas

I. Introducción

La Escuelita Bombera de Corazón (La Escuelita) es más que una escuela de artes escénicas: es un espacio de preservación cultural y creación colectiva en el corazón de Chicago. Su labor, enraizada en la tradición afropuertorriqueña de la bomba, se entrelaza con la historia de la migración puertorriqueña, el desarrollo urbano de Humboldt Park y la consolidación del Paseo Boricua como enclave cultural, ofreciendo un prisma desde el cual comprender la identidad boricua en la ciudad.

Para situar a La Escuelita, es necesario comprender la estructura urbana de Chicago y la dinámica de Humboldt Park y West Town, Comunidades que, a pesar de contar con límites administrativos fijos, han visto un constante movimiento de población puertorriqueña. Este trasfondo urbano y social explica cómo se consolidó un enclave étnico que, con el tiempo, permitiría el surgimiento de La Escuelita. La presencia puertorriqueña en la ciudad, marcada por migraciones de mediados del siglo XX y desplazamientos internos posteriores, dio lugar a espacios de encuentro, lucha y celebración, sentando las bases para la creación de La Escuelita.

El Paseo Boricua, inaugurado en 1995 y reconocido por sus banderas monumentales, constituye la máxima expresión del enclave boricua y el escenario donde nació La Escuelita. Este corredor cultural y comercial combina planificación urbana, identidad visual y comercio local para reforzar la cohesión comunitaria, mientras sus calles, plazas y festividades reflejan la vitalidad de la cultura boricua en la diáspora.

Fundada por Ivelisse “Bombera de Corazón” Díaz en 2009, La Escuelita se ha consolidado como un referente educativo y cultural. Su historia integra la trayectoria personal de su fundadora, el apoyo de sus colegas y la comunidad, la resiliencia durante la pandemia y la apertura de una sede propia. Es en esta donde hoy proyectan hacia el futuro la tradición de la bomba, conectando a Chicago con Puerto Rico y más allá.

II. Organización urbana de Chicago

Para entender el génesis y la aportación de la Escuelita Bombera de Corazón (La Escuelita) es necesario situarla dentro de su contexto urbano y precisar ciertos conceptos que nos servirán de apoyo para la discusión. La Escuelita se localiza en Chicago, la ciudad más importante del estado de Illinois. Esta ciudad se divide en 77 áreas comunitarias (Figura 1). Para fines prácticos de este estudio, y con el objetivo de facilitar la lectura, los términos Área Comunitaria y Comunidad se emplearán como sinónimos.

Figura 1: Áreas Comunitarias en Chicago

El concepto de las Áreas Comunitarias surge de la necesidad de establecer un marco de referencia consistente que permitiera al Censo y a los sociólogos estudiar los cambios poblacionales (Seligman n.d.). Las primeras 75 Áreas Comunitarias fueron publicadas en el Local Community Research Fact Book: Chicago 1928 (Local Community Research Committee 1928). Sin embargo, dicha publicación se basó en el marco teórico propuesto por el sociólogo Robert E. Parks en 1915 (Park 1915), el cual se convirtió en libro una década después gracias a la colaboración de Parks con Ernest W. Burgess y R.D. McKenzie (Park et al. 1925). Posteriormente, O’Hare se añadió en 1956, mientras que Edgewater se separó de Uptown en 1980 (Seligman n.d.). Desde entonces, los límites de las 77 Áreas Comunitarias han permanecido intactos (Seligman n.d.).

La Escuelita se ubica en el Área Comunitaria 23, conocida como Humboldt Park. A diferencia de los límites fijos de las áreas comunitarias, la población puertorriqueña ha estado en constante movimiento, por lo que resulta fundamental comprender tanto Humboldt Park como su vecina West Town, la Comunidad 24. Gran parte de la transición entre estas dos comunidades está delimitada por el parque que lleva el mismo nombre que la Comunidad 23. Humboldt Park y West Town serán, en este estudio, el escenario donde se consolide el enclave puertorriqueño en la ciudad de Chicago y donde se desarrolle La Escuelita Bombera de Corazón.

Ya discutidos los principios urbanos básicos y el escenario de este estudio, el lector cuenta con el contexto necesario para entender el asentamiento de los puertorriqueños en Chicago.

III. El Asentamiento de los puertorriqueños en Chicago

Si bien es cierto que La Escuelita Bombera de Corazón (La Escuelita) acoge hoy a personas con raíces diversas, su fundamento se encuentra en la cultura puertorriqueña. Por ello, es imprescindible comprender cuándo y por qué los puertorriqueños llegaron a Chicago. El año 1898 supone el inicio de la relación colonial entre Puerto Rico y Estados Unidos. Un año más tarde, el Tratado de París puso fin a la Guerra Hispanoamericana (Acosta-Belén y Santiago 2018, 307). A Cuba se le prometió su libertad, aunque permaneció como base militar estadounidense hasta 1902 (Acosta-Belén y Santiago, 307). En ese mismo acuerdo, España cedió Puerto Rico, Filipinas y Guam a Estados Unidos (Acosta-Belén y Santiago, 307). Este sería solo el comienzo de la relación entre Puerto Rico y Estados Unidos que continúa hasta el presente.

Años después, la ciudadanía estadounidense fue otorgada a los puertorriqueños nacidos en la isla mediante la Ley Jones-Shafroth de 1917 (Acosta-Belén y Santiago 2018, 307), un factor crucial para facilitar la emigración. Tres años más tarde, se implementaron las Leyes de Cabotaje, que restringieron el comercio marítimo hacia y desde Puerto Rico a embarcaciones y trabajadores de la marina mercante estadounidense (Acosta-Belén y Santiago, 308). Ese mismo año, un grupo significativo de puertorriqueños comenzó a asentarse en Nueva York en busca de mejores oportunidades (Acosta-Belén y Santiago, 308). En 1929, la Gran Depresión acentuó las condiciones de pobreza y desempleo en la isla, preparando el terreno para la extensión de las políticas del Nuevo Trato del presidente Roosevelt en 1934 (Acosta-Belén y Santiago, 308-309).

En las décadas de 1940 y 1950 destacan la implementación de nueva política pública, un nuevo estatus político y el inicio de la migración puertorriqueña a Chicago. En los años 40, el Partido Popular Democrático, fundado en 1938 (Acosta-Belén y Santiago 2018, 309), organizó un programa de industrialización conocido como Operación Manos a la Obra (Meléndez-Badillo 2024, 135-136). Este proyecto provocó grandes migraciones internas hacia los centros urbanos, mientras que la economía de la posguerra en Estados Unidos ofrecía abundantes empleos (Meléndez-Badillo, 147-148). Aunque el Estado no promovió explícitamente la migración, en 1947 se creó el Negociado de Empleos y Migración bajo la premisa de orientar a la población al respecto (Meléndez-Badillo, 148). En 1948, Luis Muñoz Marín se convirtió en el primer gobernador electo por los puertorriqueños y, cuatro años más tarde, se inauguró la constitución del Estado Libre Asociado (Acosta-Belén y Santiago 2018, 310). Este suceso, junto con las condiciones económicas de la isla, impulsó la emigración de puertorriqueños a Chicago (López y Arocho 2022, 5).

En la década de 1950, los puertorriqueños comenzaron a llegar y asentarse en diversos puntos de Chicago, destacando las zonas de Near West Side, a lo largo de Harrison St, y en el North Side, en Lincoln Park y Lake View (López y Arocho 2022, 5). Según Ivelisse Díaz, este período coincide con la llegada a Chicago de su abuelo desde Nueva Jersey en 1953 y de su abuela desde Guayama en 1954. En la década siguiente, los puertorriqueños fueron desplazados por la construcción de la Universidad de Chicago en Near West Side y la gentrificación en Lincoln Park y Lake View (López y Arocho, 5). Este desplazamiento llevó a que Logan Square, West Town y Humboldt Park se convirtieran en puntos de encuentro y entrada para los puertorriqueños desplazados y los recién llegados, respectivamente (Ramos-Zayas 2003, 50) (Figura 2). La ubicación era estratégica por su cercanía al sistema de transporte público (Ramos-Zayas, 50). Mientras que muchos emigrantes de la década del 50 trabajaron en la industria del acero, los de la siguiente década se emplearon en hoteles y restaurantes en el centro de la ciudad (Ramos-Zayas, 50). Estos grupos sentaron las bases para el enclave puertorriqueño que, en el futuro, vería el surgimiento de La Escuelita Bombera de Corazón.

Figura 2: Ubicación de los puertorriqueños en Chicago en años 50 y 60

A medida que la comunidad crecía, también lo hacía su presencia e influencia en la ciudad. En 1966 se celebró la primera Parada Puertorriqueña en La Division (López y Arocho 2022, 5), hoy conocida como Paseo Boricua. Este evento tenía un precedente en Nueva York, donde se celebró el primer desfile puertorriqueño siete años antes (Acosta-Belén y Santiago 2018, 310). Sin embargo, la parada de Chicago terminó en disturbios, conocidos como la Revuelta de Humboldt Park de 1966 (Ramos-Zayas 2003, 52). Dichos disturbios comenzaron tras el asesinato de Aracelis Cruz, quien se alega pertenecía a una ganga y estaba armado (Ramos-Zayas, 52). La revuelta duró tres días y tres noches, reflejando la realidad socioeconómica que enfrentaban los boricuas de la época (Ramos-Zayas, 52).

Las décadas de 1970 y 1980 marcaron un periodo crucial para la futura conceptualización del Paseo Boricua. Durante esos años, la calle Division sufrió un pronunciado deterioro, evidenciado por la falta de inversión, el cierre de comercios, el aumento de la criminalidad y el desgaste de su infraestructura (López y Arocho 2022, 5). En este contexto, nació en 1987 Ivelisse Díaz, quien años más tarde fundaría La Escuelita Bombera de Corazón. Como respuesta al declive de la zona, en 1995 se estableció el Paseo Boricua en la entonces conocida como La Division (López y Arocho 2022, 1,5). Este corredor comercial se analizará en detalle más adelante; por ahora, basta señalar que constituye la máxima expresión del enclave puertorriqueño en la ciudad de Chicago.

Todos estos acontecimientos, de una u otra manera, sentaron las bases para la fundación de La Escuelita Bombera de Corazón en 2009 y su posterior consolidación como pilar de la comunidad. Entre los momentos clave más recientes destacan la pandemia de COVID-19 en 2020 y la inauguración de su sede actual el 15 de abril de 2023. Con este panorama ya delineado, podemos ahora examinar, de forma separada, los elementos esenciales que permiten comprender el desarrollo de La Escuelita, la trayectoria de su fundadora y el contexto urbano que la rodea.

IV. Paseo Boricua

El Paseo Boricua constituye la máxima expresión del enclave puertorriqueño en Chicago. Formalmente reconocido en 1995 como un centro económico, político y cultural de la comunidad boricua (López y Arocho 2022, 1), este corredor se distingue por dos monumentales banderas de Puerto Rico en acero, ubicadas aproximadamente en las intersecciones de Division St con Western Ave y con Mozart St, respectivamente (López y Arocho, 2) (Figura 3). Más allá de su valor estético, estas estructuras son símbolos de identidad colectiva, reconocidos oficialmente como monumentos de la ciudad por la Commission on Chicago Landmarks (2025, 21) el 21 de septiembre de 2022. No obstante, el tramo de seis cuadras que hoy concentra este espacio no siempre tuvo la configuración actual. Resulta imprescindible, por tanto, repasar su precedente, diseño y planificación.

Figura 3: Paseo Boricua

Durante la década de 1960, la calle Division se consolidó como un asentamiento puertorriqueño gracias a la proliferación de tiendas y restaurantes pertenecientes a esta comunidad (Badillo n.d.). Sin embargo, en los años setenta y ochenta el área entró en un marcado deterioro, caracterizado por la falta de inversión, el cierre de negocios, el aumento de la criminalidad y el desgaste de la infraestructura (López y Arocho 2022, 5). En respuesta a esta situación, y de la mano del concejal Billy Ocasio, un esfuerzo comunitario impulsó en la década de 1990 la creación del Paseo Boricua en lo que hasta entonces se conocía como La Division (López y Arocho, 5). La meta era delimitar de manera clara un enclave étnico, emulando experiencias exitosas de otras comunidades en Chicago, como Chinatown, Greektown, Little Italy o Little Village (Flores-Gonzalez 2001, 14). La diferencia fundamental radica en que La Division carecía de organización y límites precisos, mientras que el Paseo Boricua fue concebido con una planificación estructurada y fronteras bien definidas (Flores-Gonzalez, 9).

Una vez presentado el proyecto al entonces alcalde Richard M. Daley, este recibió aprobación y se le asignaron fondos para su desarrollo (López y Arocho 2022, 8). La ejecución quedó en manos de los arquitectos Edward Windhorst y James DeStefano, de DeStefano+Partners, junto con McClier Company y Ozzie Rodríguez, de Rodríguez Associates (López y Arocho, 10). La propuesta de diseño, presentada en 1994, contemplaba la instalación de las dos banderas y un plan de mejoramiento urbano que incluía 16 pequeñas plazas públicas, 50 luminarias con paneles personalizados con iconografía puertorriqueña y 78 jardineras de hormigón (López y Arocho, 10) (Flores-Gonzalez 2001, 16) (Figura 4). La idea de un portal surgió de una cumbre comunitaria organizada en 1993 por la Puerto Rican Agenda of Chicago en la Roberto Clemente High School (López y Arocho 2022, 8). Tras recorrer Division St y observar la presencia constante de la bandera puertorriqueña en los comercios, Windhorst y DeStefano propusieron que estas ondearan como portales del Paseo Boricua (López y Arocho, 8).

Figura 4: Elementos urbanos del Paseo Boricua

No se asegura que los elementos incluidos en la fotografía sean los originales mas aluden a la intención de diseño inicial.

Las banderas fueron inauguradas el 6 de enero de 1995, durante la celebración del Día de Reyes (Flores-Gonzalez 2001, 207) (Figura 5). De acuerdo con August Chidichimo, manejador del proyecto por parte del Chicago Department of Transportation, la obra tuvo un costo de 1,250,000 dólares (López y Arocho 2022, 11). A un año de su instalación, 16 nuevos comercios se habían establecido en Division St, alcanzando un total de más de 90 negocios para el año 2000 (López y Arocho, 11). La estrategia resultó efectiva, ya que se concentró en un área reducida donde 70 de los 120 edificios eran propiedad de puertorriqueños u otros latinos (Flores-Gonzalez 2001, 14). Además, los nombres de los negocios, como Luquillo Barber Shop, Boriken Bakery y La Bruquena, evocaban la identidad cultural de la isla (Flores-Gonzalez, 14). Para reforzar esta estética, se ofrecieron ayudas económicas a comerciantes que quisieran remodelar sus fachadas con el estilo del Viejo San Juan (Flores-Gonzalez, 17), generando así un lenguaje visual compartido que aún hoy recuerda al San Juan colonial.

Figura 5: Bandera de Puerto Rico (Division St. & Mozart St.)

Junto a sus múltiples establecimientos boricuas, edificios residenciales de inspiración colonial y sedes de organizaciones comunitarias y culturales, el Paseo Boricua se convirtió también en el lugar de origen de La Escuelita Bombera de Corazón. En 1997, como parte de la 4ta Fiesta Boricua, se inauguró La Casita de Don Pedro, que incluye una galería o batey, un jardín y una estatua del Dr. Pedro Albizu Campos (Molina 2014). Fue en este espacio donde La Escuelita ofreció su primera clase el 9 de noviembre de 2009, iniciando un camino que, hasta hoy, se mantiene en constante crecimiento.

En la actualidad, la conexión entre el Paseo Boricua y el parque adyacente sigue siendo importante. Ambos espacios continúan siendo escenario de celebraciones que reúnen a la comunidad boricua, con la participación activa de La Escuelita y otras organizaciones. Cada 6 de enero, se conmemora el Día de Reyes (Flores-Gonzalez 2001, 18). Con la llegada de junio, las calles se llenan de música y color durante las Fiestas Patronales y la Parada Puertorriqueña (Flores-Gonzalez, 19). Hacia principios de septiembre, cerca del Día del Trabajo, la Fiesta Boricua ofrece un festival de un día que celebra la cultura puertorriqueña en todas sus expresiones (Flores-Gonzalez, 19). En cada una de estas festividades, así como en actividades autogestionadas a lo largo del año, La Escuelita reafirma y fortalece su vínculo con la comunidad.

V. La Escuelita Bombera de Corazón

La Escuelita Bombera de Corazón (La Escuelita) es un pilar cultural de la comunidad puertorriqueña en Chicago y el resto de la diáspora. Se trata de una escuela de artes escénicas afropuertorriqueña dedicada a la tradición de la bomba (La Escuelita n.d.a). Fue fundada por Ivelisse “Bombera de Corazón” Díaz, quien ofreció su primera clase el 9 de noviembre de 2009 en La Casita de Don Pedro, ubicada en el Paseo Boricua (Figura 6). Sin embargo, su historia personal con la cultura y la música se remonta a muchos años antes, pues Ivelisse ya estaba profundamente vinculada a este quehacer.

Figura 6: Casita de Don Pedro en el Paseo Boricua

El primer lenguaje de Ivelisse fue la bomba. Nacida en 1987 y criada en Humboldt Park, creció en el seno de una familia oriunda de Guayama, Puerto Rico, comprometida con la cultura y el trabajo comunitario. Sus familiares comenzaron a practicar la bomba después de establecerse en Chicago, e Ivelisse la asumió como forma de vida. En una ciudad donde no existían escuelas de bomba ni de plena durante su niñez, aprendió de agrupaciones visitantes y de figuras clave como sus tíos Eli Samuel Rodríguez y Myrna Rodríguez, así como de sus otros mayores Emanuel Dufrasne, Nelie Lebrón y Nuno Calderón. Desde pequeña supo que su destino estaba en la bomba, no solo por el gozo que le generaba la música, sino porque le permitía sentir una conexión íntima con su abuela y con la familia que permanecía en Guayama. A los cinco años inició su trayectoria en el grupo infantil Yubitas (Gente Tropical 2003) y, desde entonces, no ha interrumpido su labor, razón por la cual se le reconoce como artista multidimensional, educadora y gestora cultural (La Escuelita n.d.b).

La historia de La Escuelita no está ligada a un único espacio físico. Durante sus primeros años, las clases se impartieron en aceras, parques y espacios comunitarios o comerciales como el La Casita de Don Pedro, Chicago Empowerment Center, Segundo Ruiz Belvis Cultural Center, Puerto Rican Cultural Center, Diabetes Center, Urban Theater y La Bruquena (Figura 7). Aunque el vínculo con la comunidad era sólido, la ausencia de una sede propia limitaba la capacidad para desarrollar una oferta educativa estable. La pandemia de COVID-19 marcaría un punto de inflexión, abriendo paso al auge que hoy caracteriza su labor.

Figura 7: Espacios anteriores a la sede actual

El confinamiento de 2020 obligó a Ivelisse a replantear su conexión con la bomba. Desde la sala de su casa y aprovechando su experiencia en transmisiones en vivo, comenzó a impartir clases virtuales por Zoom, llegando a reunir a más de 80 personas conectadas simultáneamente desde distintos estados y Puerto Rico. En esta nueva etapa, contó con el apoyo crucial de sus colegas de Las Bompleneras y Bomberxs D’ Cora. Para Ivelisse, la sede actual es fruto de lo sembrado durante la pandemia y de las raíces cultivadas por las generaciones anteriores.

Concluida la pandemia, Dulce Ramos, una agente de bienes raíces cercana a Ivelisse, le ofreció el local que hoy alberga a La Escuelita antes de que saliera oficialmente al mercado. Gracias a los ahorros generados por las clases virtuales, pudo aceptar la propuesta y convocó a su equipo al nuevo espacio para compartir la noticia. Entre lágrimas y entusiasmo, comenzaron a proyectar su futuro como músicos, educadores y gestores culturales.

La sede actual se ubica en el 3505 W. North Ave, en Humboldt Park (Figura 8). De acuerdo al Cook County Assessor’s Office (CCAO), es un edificio de uso mixto, construido en 1906 con un local comercial en la planta baja y cuatro unidades residenciales en los niveles superiores (CCAO n.d.). Su fachada simétrica sugiere unidad con la parcela contigua 3507, aunque ambas figuran como propiedades independientes en los registros (CCAO n.d.). Aunque no hay certeza al respecto, es posible que ambas parcelas se hayan desarrollado al mismo tiempo o que una fuera construida después para que lucieran como un solo conjunto. Antes de acoger a La Escuelita, el local fue ocupado por la Botánica Yemayá durante aproximadamente tres décadas.

Figura 8: Ubicación de la sede actual de La Escuelita

El espacio, concebido como multifuncional, se adapta con facilidad a la naturaleza de cada actividad. Al entrar, la bandera puertorriqueña recibe a los visitantes, mientras que hacia el este una zona de espera ofrece asientos, una vitrina de mercancía y una pequeña biblioteca. El área principal es completamente flexible, mientras que al fondo se encuentran el baño y el acceso al patio, y en el sótano se ubica el área de almacenamiento. La disposición del lugar cambia según la ocasión: los espejos se utilizan para las clases de baile, las sillas se organizan en arco para las clases de buleo, las mesas se disponen para actividades con los niños, y distintos elementos se combinan para clases mixtas, bombazos tipo proscenio o pasarela, bombazos extendidos o noches de cine (Figura 9).

Figura 9: Configuraciones espaciales

Gracias a esta versatilidad, La Escuelita ofrece clases presenciales y virtuales por semestres para niños y adultos, talleres de desarrollo profesional, intercambios culturales, conferencias, residencias escolares, presentaciones y eventos especiales (La Escuelita n.d.b). Sus estudiantes acceden a recursos, tales como practicantes de bomba, historiadores, artesanos y líderes comunitarios (La Escuelita n.d.b). Para Ivelisse, este es un espacio de amor, donde las personas se conectan espiritualmente antes que física o mentalmente. Es la materialización de una visión que comenzó como un sueño personal y hoy es una construcción colectiva: La Escuelita Bombera de Corazón, de Humboldt Park para el mundo.

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